jueves, 12 de noviembre de 2009

¿ME AUXILIAS?


Siempre que tengo miedo pienso en ti.

Como si estuviera diciendo mis oraciones de niña, me acuesto en la cama, me acurruco y con los ojos abiertos murmuro despacito . Te hablo a ti e imagino que estás ahí, en mi cama, que estás acostado a mi lado y que tienes el rostro muy junto al mío, que tienes los ojos negros muy abiertos y me miras fijamente y me miras con indulgencia.

Entonces me siento como una niña y siento que mis ojos brillan, que mi voz se hace dulce, que mi cuerpo está tibio y que te quiero mucho.

Te cuento todo, hasta mis maldades, pero cuando te hablo a ti esas maldades se vuelven accidentes inocentes, realmente si me vieras en esos momentos verías mis ojos brillando y oirías mi voz dulce, es que en esos momentos me siento como una niña virgen y buena.

Por eso nunca voy a dejar de hablarte, por eso nunca voy a dejar de imaginar que te hablo y que estás ahí para escucharme, por eso nunca voy a dejar que mi olvido, mi monstruoso olvido, te separe de mi. Voy a ser siempre tu niña, lamentablemente no tu hija, pero tuya.

Contigo no me hace falta nada más, cuando imagino que me miras así me siento disculpada, me siento redimida, tu me redimes y no sólo eso, contigo me siento apoyada, pues imagino que me regalas miradas tan benévolas que me dicen que tienes fe en mi y esas miradas siempre van a creer cuando digo que esta vez haré bien las cosas, que esta vez no me equivocaré, que esta vez seré buena, que esta vez seré mejor persona.






La niña sueña.

Paul Gauguin.

1881.

Óleo sobre lienzo.

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