viernes, 19 de marzo de 2010

Hoy lo ha bloqueado, no ha querido hablarle... Se pregunta ¿por qué?
Ya no es lo mismo.
Él mar se lo devolvió más extraño que antes.
Ella lo quiere del mismo modo, aún más.
Él no la ha querido así ni antes, ni ahora.
Durante su ausencia ella lo extrañó tanto.
Él no lo sabe.
Siente pena. Ahora que él regresó, ella quisiera hablarle para siempre y que él la quiera.
Él no lo sabe.
Por eso se irá a dormir. Se acostará y en la cama le hablará.
Está más inteligente que antes, pero más esquivo, dirá entre sueños.
Tal vez probará a hablarle luego.
Mientras tanto, las tardes las llenará de té y de ese sol que se cae de lleno en su taza.

jueves, 18 de marzo de 2010

Despierta. Desde su cama observa los rayos de sol que están allá afuera. Duerme. Mientras, ellos entran por la ventana, avanzan y llegan al borde de la cama. Abre los ojos. Los ve. Entonces se encoge; intenta que no la rocen. Duerme. Pasan las horas. Abre los ojos de nuevo y siente toda la luz en su cara.
Se levanta. Se baña. Come algo. Se sienta en el piso (le gusta porque es frío).
Lee un libro y entonces tiene sueño de nuevo. Intenta retomar la atención. El sueño se apodera de ella. Mientras más lucha más sueño tiene. Viene el dolor de cabeza, fuerte. Debe recostarse.
Se levanta a duras penas. Llega a la cama. Se acuesta. Duerme. Es un sueño intranquilo. No sueña con él, piensa en él mientras duerme. Es extraño.
Debe poner una cortina en aquella ventana.
A pesar del sol duerme. Con el sol de la tarde duerme mejor. El sol se va y ella despierta por segunda vez.
Beberá té.
Intentará ver televisión.
Luego, no pasadas muchas horas, volverá a dormir.
Pocos momentos lúcidos.
Hipersomnia.
Así pasa los días.
Quiere que le manden toda suerte de remedios para el sueño desmedido, como a ese Papa cuando le dio hipo.

viernes, 12 de marzo de 2010




Éste tema es una recomendación de aquel por quien he intentado escribir desde que lo conocí. El que sería el protagonista de todas mis novelas (si pudiera escribir alguna).
Ahora ha retornado y platica conmigo algunas tardes, de esas en las que el sol solo acompaña y en las que falta té para que todo sea perfecto.
No vale preguntar hasta cuando se quedará.
Ahora sólo disfruto de las cosas que me dice (es decir, de las cosas que inventa para mí) y de las cosas que me recomienda también.
Quiero escuchar todo lo que quieres que escuche.