miércoles, 6 de mayo de 2009

Juegas conmigo. Un efluvio de ti aparece y se desvanece con la misma imprudencia y negligencia de quien llega y desata un incendio y luego se va anónimo...

Está bien, es mejor así. Aún no es tiempo. Quédate todo lo que quieras allí escondido en el África. Yo seguiré aquí escondida bajo la cama (sabes que es mi lugar favorito) y aquí esperaré a que algún día llames y digas que eres tú y digas que soy yo (que me lo recuerdes) y digas que tú volverás para mi.

viernes, 1 de mayo de 2009

El recuerdo es a final lo que queda, si hay algo que no es lo suficientemente fuerte como para impregnarse en la memoria e ir sorteando año tras año nuestro descuido, entonces aquello no ha sido de nuestra alegría, ni de nuestra tristeza, ni si quiera de nuestra desidia, de aquello merece creerse que no fue.

Tengo problemas con la memoria, suelo recordar pocos sucesos y comúnmente enrevesados, por eso insisto en repetírmelo: lo que no recuerdo es porque no fue fundamental.

Pero por si acaso y a veces por testarudez, intento atrapar ciertos acontecimientos, no sé si aquellos son realmente importantes, pero al menos intento fijarlos en mí para no sentirme cada mañana como un lienzo en blanco preparado para nada.

Ahora, los sucesos han sido intensos, pronto en un nuevo año, con un nuevo trabajo, con horarios nuevos y viejas preocupaciones que aparecían con nueva insistencia.

Lo cierto es que esta semana ha sido dura. La misantropía se apoderó de mí. La gente me fue más insoportable que nunca. Los problemas económicos me llevaron a estar tres días casi sin comer, pidiendo prestados escasos centavos aunque sea para comprar agua. Tampoco dormí bien durante tres noches, tanto por estudiar historia del arte (inútil esfuerzo académico y sin sentido pienso a veces) y por beber alcohol (inútil esfuerzo humano engañoso por conseguir ‘felicidad’).


Aquellas noches fuera de casa, lejos de mi cama, sin poder bañarme, sin poder cambiarme de ropa, leyendo, estudiando, intentando saber todo lo que no sé y sus días correspondiendo con jornadas de trabajo, trabajo que creo inútil, donde sentía el cansancio físico más afirmado que nunca, cansancio en los huesos, en cada músculo; aquellas noches, aquellos días, me han hecho pensar. Quiero afirmar estos días en mi memoria, porque pertenecen a mi alegría y a mi tristeza y a mi deseo y a mi fortaleza.

Que puedo resistir esta vida extraña en medio del arte, que a veces parece insulsa sin finalidad aparente, no lo sé. Pero que es la única forma en la que sé vivir y en la que quiero vivir, eso lo sé.

Y como el recuerdo es al final lo que queda, siempre Recuerdo a Vinicius da Moraes:

El arte es la afirmación de vida, aunque le pese a los mórbidos.
En ese sentido, la vida es la suma de todas sus grandezas y miserias,
Un profundo silo en que se mezclan alimentos y excrementos
Y del que el artista extrae su ración diaria de energías,
Sueños y perplejidades, su vitalidad.


EL ARTE NO AMA A LOS COBARDES.